20 mayo 2009

Separacion


El hombre no sabía en qué momento se había roto su matrimonio, ya no era como antes, no había comunicación y lo que antes eran risas y caricias ahora eran gritos e insultos. Ni sus hijos eran capaces de juntarlos, tal era su desamor. En estos momentos recordaba el primer día que la vio, como entro contoneándose en el bar con esa melena rubia y ese vestido ceñido a su cuerpo, un cuerpo perfecto. Tenía una risa contagiosa (ahora apenas reía), cuando reía todo el mundo se contagiaba y reía con ella. Se acerco con la mano extendida; Pablo se presento, ella miro la mano y estrechándosela le dijo; Carmen. Comenzaron a charlar y conocerse, esto llevo a una serie de citas y finalmente tras unos años de noviazgo la boda.
Al principio todo fue amor, los primeros años fueron maravillosos, compartiendo, amando, riendo. Luego poco a poco se fue deteriorando, los continuos viajes de él comenzaron a provocar las discusiones y desconfianzas por parte de ella, no comprendía las salidas inhabituales por parte de él, ni los olores a perfumes de mujer en su ropa, las explicaciones siempre las mismas; que son reuniones, ves fantasmas donde no los hay, decía Pablo. El sabia que con sus silencios no arreglaba nada, la llegada de los hijos mejoro la convivencia por un tiempo, pero fue efímero, un simple espejismo pronto empezaron con los mismos problemas agravados quizás ahora con la educación de sus hijos. Nunca se ponían de acuerdo, en el cómo o en la manera de educarlos. Las reuniones de él se convirtieron en algo habitual y Carmen busco refugio en otros brazos, Pablo no se enteraba de nada, tal era su ceguera, seguía con sus reuniones, comidas y citas. Y se convirtió en un matrimonio de conveniencia, Pablo se traslado a la habitación de invitados y vivía su vida igual que Carmen, con discreción aunque separados. Los hijos fueron creciendo, y conforme crecían ellos se distanciaban cada vez más, sus hijos se iban dando cuenta de la situación viendo que no podían hacer nada para acercar a sus padres. Pablo ya ni siquiera disimulaba sus amoríos, lo cual no era grato ni para Carmen ni para los hijos del matrimonio.
Hasta que llego el momento de tomar una determinación; la separación, una cosa que temían tanto Pablo como Carmen. Pronto se pusieron en manos de los abogados, el coche y el apartamento del centro para él, el resto para Carmen y así se puso fin a 20 años de matrimonio. Pero Pablo seguía sin saber en qué momento se había roto su matrimonio.

Zaragoza a 2o de Mayo de 2009

3 comentarios:

María Jesús dijo...

Pues sí él no lo sabe... La cosa parece obvia, pero en fin. Es fácil hacerse el ciego y lavarse las manos en ciertos momentos en los que no se quiere ser culpable.

Una historia muy habitual en la actualidad, triste pero cierto.

Un beso amigo!

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Zayi Hernández dijo...

es muy duro separarse de alguien con quien llevas 20 años juntos y no ha habido una razón contundente....es casi tan duro como separarse de alguien y seguir enamorado de esa persona.
besitos.

Anónimo dijo...

Cada nueva separación es otra tragedia más en un mundo que ya de por si se desangra. Historias que no llegan a buen puerto. Una pena. Te dejo mi abrazo, amigo. Cuídate.